Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

José Mujica, exmandatario de Uruguay, murió a causa de cáncer de esófago en su granja cerca de Montevideo, cumpliendo su deseo de descansar en paz en su amada tierra.

El martes 13 de mayo de 2025, Uruguay y el mundo se despidieron de una de sus figuras más queridas y respetadas. José Mujica, conocido por su humilde estilo de vida y su profundo compromiso con los valores sociales, falleció en su chacra, situada en las afueras de Montevideo, a los 89 años. Su muerte, causada por un cáncer de esófago, ha conmovido a la nación y a admiradores de todo el mundo.

Mujica, quien fue presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, nunca dejó de lado su cercanía con la gente ni su modo de vida austero, incluso después de su presidencia. Su decisión de vivir en una modesta granja y conducir un viejo Volkswagen escarabajo simbolizó su crítica al materialismo y su llamado a una vida más sencilla y centrada en el bienestar humano.

Según lo expresado por sus familiares y amigos cercanos, Mujica deseaba que sus restos descansaran en su finca en Rincón del Cerro, un lugar que amaba profundamente. En un gesto final de conexión con la tierra que tanto defendió, sus cenizas serán depositadas al pie de un árbol que él mismo plantó, y junto a Manuela, su famosa perrita de tres patas que también encontró su último descanso en ese lugar.

La muerte de José Mujica no solo marca el final de una era para Uruguay, sino que también resalta la pérdida de un líder latinoamericano que abogó incansablemente por la justicia social y la igualdad. Su legado, caracterizado por la coherencia entre su discurso y su modo de vida, seguirá inspirando a futuras generaciones en la región y más allá. Su partida en la tranquilidad de su hogar, rodeado de la naturaleza que tanto amó, es un reflejo fiel de su filosofía de vida y de su eterno compromiso con los valores que predicó.