domingo, 17 agosto 2025
Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera
El quesillo de Yaguará, Huila, se ha convertido en un ícono cultural, pasando de sustento campesino a atracción turística con su versión gigante elaborada anualmente.
La resiliencia de las familias de Yaguará, transformada en un símbolo gastronómico: el monumental quesillo que se elabora cada agosto.
La construcción de la represa de Betania en los años 80 marcó un antes y un después en la economía de Yaguará. La transformación obligó a las familias a buscar nuevas fuentes de ingreso. Ante la adversidad, varias familias campesinas, dedicadas a la ganadería, encontraron en la producción de quesillo artesanal una oportunidad. Este producto, elaborado con leche fresca de la región, se fue consolidando como una alternativa de subsistencia y como un nuevo orgullo local.
Entre las familias pioneras que perfeccionaron la técnica de elaboración del quesillo, destacando su textura suave y elástica, se encuentran las familias Parra, Cabrera y Perdomo. Su legado perdura en la calidad del producto que hoy se conoce a nivel regional y nacional. "El secreto está en el amasado de la cuajada y en la leche de nuestras vacas," comenta una de las herederas de esta tradición familiar, aunque prefiere no ser nombrada.
A finales de los años 90, la idea de crear el "Quesillo más grande de Colombia" surgió como un atractivo para las Fiestas Reales del Turismo de Yaguará. Esta iniciativa, impulsada por productores locales, la Alcaldía y la Cámara de Comercio de Neiva, tuvo como objetivo promocionar el municipio y su gastronomía. Cada agosto, durante las festividades, cientos de personas se reúnen para presenciar la elaboración de este quesillo monumental, que supera los 100 kilos y se ha convertido en un símbolo del patrimonio gastronómico huilense.
El quesillo de Yaguará es un ejemplo palpable de cómo la resiliencia campesina puede transformarse en un motor de desarrollo económico y cultural. Este producto, que nació como una solución a un problema económico, hoy proyecta al Huila como una tierra de sabor, tradición y turismo, fortaleciendo su identidad regional y atrayendo visitantes nacionales e internacionales. El quesillo gigante, además de ser un atractivo turístico, perpetúa la memoria de las familias que contribuyeron a su creación y garantiza la supervivencia de esta tradición para las futuras generaciones.
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